Una mujer entra en una farmacia y le dice al farmacéutico:
Por favor, quisiera comprar arsénico.
Como el arsénico es muy venenoso, el farmacéutico antes de proporcionarle
la sustancia le pregunta:
¿Y para qué quiere usted el arsénico?
Es para matar al cerdo de mi marido.
Sintiéndolo mucho no puedo vendérselo con esa intención.
La mujer, sin mediar palabra, abre la cartera y saca una foto en la que aparecen desnudos,
su marido con la mujer del farmacéutico.
Y el dice:
Perdone señora, no sabía que traía usted receta.